A Florencio le pica la cabeza

En septiembre, la Editorial Milrazones publicó mi primer álbum ilustrado, A Florencio le pica la cabeza. Seguramente ya lo sabréis porque he estado dando mucho la tabarra en redes sociales. Para mí esta experiencia ha sido un antes y un después…sobre todo, porque después he tenido que empezar a usar gafas para ver (y dibujar) de cerca… los años, que no perdonan. Y es que, efectivamente, desde el punto de vista editorial, soy lo que los ginecólogos llamarían una primípara añosa. Es lo que tiene  la reconversión profesional después de los 40 (porque lo de que los 40 son los nuevos 30, pues no sé, que se lo digan a mi oftalmóloga, ¡ja!). Pero no puedo estar más feliz con mi primer retoño de papel, sobre todo con la acogida que está teniendo. Así que, ante todo, muchísimas gracias por comprarlo, regalarlo, leerlo, compartirlo, recomendarlo… Y por todas las fotos que me estáis mandando. ¡MIL GRACIAS!

También mil gracias a todas las librerías que creéis que Florencio se merece un huequecito en vuestras estanterías, para poder seguir llegando a más gente. Aquí os dejo un enlace donde están (casi) todas. Sé que está en más, y también lo podéis encargar en la vuestra de toda la vida, que os lo traen.

Por supuesto, muchísimas gracias también a todos los medios de comunicación y blogs que estáis haciendo reseñas o entrevistas sobre Florencio. Se me cae la baba, como madre que es una, con la acogida que está teniendo. Os dejo a continuación todas las entradas por si las queréis leer o escuchar. Sí, escuchar, porque ¡también hay una versión radiofónica de mi Florencio! (que a los más peques les encanta leer las imágenes mientras escuchan la historia).

También quería agradecer a Alberto Albarrán y a la EASD Segovia su ofrecimiento para poder presentarlo allí, y a todos los que os acercasteis a escuchar el cómo se hizo.
Ah, y al proyecto Enclave multicultural que me ha permitido llevar a Florencio a los 6 coles de este rincón de la #Españavaciada o #laponiaespañola donde vivo.
¡GRACIAS!

el hombre que amaba las islas

Este año, en el curso semestral de libro ilustrado de Billar de letras nos ofrecieron hacer cinco ilustraciones a dos tintas de El hombre que amaba las islas, de D.H. Lawrence. La editorial Traspiés iba a seleccionar una de las propuestas para editarla y finalmente la ganadora ha sido Begoña Fumero (que hace unas cosas preciosas, por cierto).

Pero me apetecía enseñaros mi propuesta también. Me ha costado, tanto por la narrativa que tiene este cuento, como por cómo va desgranado los personajes (y cómo desde la ilustración los tienes que ir construyendo) y por el carácter del protagonista. Pero a la vez he disfrutado recreándome en una estética británica de principios del siglo XX con las múltiples lecturas (incluyendo la influencia del espiritismo y ciencias ocultas de esa época que he intentado reflejar en las ilustraciones),  y sobre todo aprendiendo. Aquí os las dejo. La técnica es manual, tinta china y tinta china aguada (lavis), y el color añadido digitalmente.

«Una isla, si es bastante grande, no es mejor que tierra firme. Ha de ser realmente muy pequeña para que dé la sensación de isla (…). La isla adquirida por nuestro potencial isleño no se encontraba en los remotos océanos (…) pero tenía una buena y sólida casa, bastante sombría, que se alzaba por encima del embarcadero, y más allá, una pequeña granja con cobertizos y unos pocos campos distantes. Abajo, en la pequeña ensenada donde estaba el embarcadero, había tres casitas en hilera, como viviendas de guardacostas, todas pulidas y enjabelgadas. ¿Puede haber algo más acogedor y hogareño?» (La primera isla)

«Llegó el tiempo de la recolección, y la cosecha fue magnífica. Tenían que celebrar el fin de la cosecha con una cena. Ahora el largo granero estaba restaurado por completo, y lo habían ampliado. el carpintero había construido unas mesas alargadas. Colgaron faroles de las vigas del alto techo. Todos los habitantes de la isla se reunieron». (La primera isla)

«A la mañana siguiente, un mozo de labranza se presentó para informar de que una vaca se había despeñado por el acantilado. (…) Fueron precisos varios hombres para alzarla (…)». (La primera isla)

«En las noches oscuras el patrón podía ver las luces en la que había sido su isla, donde la compañía hotelera agasajaba a invitados(…). -Esta mañana he encontrado la saxífraga dorada (…). Ella le miró con fascinación en sus ojos castaños, en los que había un dolor sordo que a él le asustaba un poco. -¿La ha encontrado, señor? ¿es una flor bonita? (…) Fue una especie de compasión hacia ella lo que le hizo convertirse en su amante». (La segunda isla)

«¡Los elementos! ¡Los elementos! No puedes vencer a los elementos. (…) Mientras miraba, el cielo se oscureció y se enfrió de una manera misteriosa. desde lejos llegó el murmullo del trueno insatisfecho, y supo que era la señal de la nieve que caía sobre el mar. Se dio la vuelta y notó su hálito en él». (La tercera isla)

 

hacer la pascua

Este año no vamos a pintar huevos, porque al final los peques se cansan y acabo yo sola en la cocina con los huevos a medio decorar y prometiéndome a mí misma que nunca jamás. Así que a cumplir promesas y propósitos, que así somos todos un poco más felices. Tampoco me voy a poner a cocinar aunque sí os recomiendo que si tenéis tiempo, le echéis un ojo a esta receta para hacer huevos de choco minis de mi amiga Amakuyi, que es una artista de la cocina. Eso sí, he comprado una cajita de huevos artesanos en la pastelería de un pueblo vecino y vamos a preparar una gymkana por el pueblo (las cosas buenas de vivir aquí hay que aprovecharlas al máximo).

Pero (siempre hay un pero), eso que aparece en las películas de que cada uno vaya con su cesta y que el más espabilado encuentre más huevos tiene un problemilla, sobre todo cuando los participantes son hermanos+primo+amigaprima (o sea, con muuuuucha confianza y convivencia acumuladas). Y es que lo que iba a ser una fiesta acaba seguro en discusión. Así que he diseñado este estampado de pollitos y huevos de pascua para imprimir unas bolsas de papel y preparar paquetitos con exactamente el mismo número de huevos de cada color para cada uno.

¡Felices días!